
Este año con la muerte de Juan Pablo II (¡te quiere todo el mundo!) y la posterior elección de Ratzinger Z como nuevo vicario de Cristo se ha tratado mucho de estos temas. Y según parece nuestro simpático amigo Carol va para santo que se las pela. Como Monseñor Escrivá o la Madre Teresa de Calcuta. Todo el mundo habla de los milagros de JuanPa, de que si era muy bueno, blablabla, blablabla. Pues yo me desmarco, oiga usted (como era de esperar). Si tienen que hacer santo a alguien que hagan a Neil Young. O al menos así lo pido yo. No sé si el bueno de Neil es católico, prostestante, ateo o hare-cristna, pero los ratos de felicidad que él me ha proporcionado lo hacen, para mí, el hombre más bueno del mundo. Con su voz en falsete y sus grandiosas canciones, me ha ayudado en los momentos difíciles, cuando lavando los platos, entre cucarachas y podredumbre, me sacaba del pozo, me daba ánimos para seguir atado a este cochino mundo. Habrá quien diga que soy un exagerado. No amigos, Comes a time o Alter the Goldrush son más poderosas que el Ansion Lesvi, que el Irenor, que el Prozac y que el Manuel Torreiglesias ese de por las mañanas. Me comentaba el otro día mi compañero de piso que a Neil Young no lo conocerían más de 1000 personas en este destino en lo universal llamado Las Españas. Me lo diría para picarme o no, lo ignoro, pero he llegado a la conclusión que me da igual. Con que lo conozca yo, me basta. ¡Loores a Neil! ¡Alabado sea San Neil! ¡Ratzinger haz algo!
Ya en serio, gracias Neil.Quien quiera más información que la busque en el Google, no te digo.
Foto de Robert Altman
Montaje de Miguel Morales
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